La fundidora de cobre Ventanas apagó sus hornos luego de décadas apuntada como el principal foco de intoxicaciones cerca de la ciudad de Valparaíso.

El combo de gases, sustancias químicas y metales pesados que ha envenenado por años a los habitantes del cordón industrial de casi 15 empresas emplazado en las localidades de Quintero y Puchuncaví -y al que se le conoce como el Chernobyl chileno-, podría comenzar a rebajar su impacto ambiental.

En un simbólica ceremonia, y tras 58 años de funcionamiento, se apagaron los hornos de la fundidora Ventanas, el sector donde se convertían en ánodos de cobre los concentrados de minerales que provenían de varias divisiones de Codelco, la empresa estatal chilena dedicada a la explotación del principal recurso natural chileno.

“Entiendo y empatizo de que para muchas personas que han trabajado toda su vida, este era un momento de tristeza. (…) Quisiera enfatizar que para Codelco esto también es una decisión que apuesta al futuro, la división de Ventanas se va a transformar y se mantienen las refinerías”, señaló la ministra del medioambiente, Maisa Rojas, en declaraciones a CNN.

Personas protestan por la contaminación producida por la Fundición Ventanas, de la empresa estatal Codelco, en su primer día de cierre en la bahía de Quintero en Puchuncavi. (AP Foto/Esteban Félix)

De acuerdo a lo informado por el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), el cierre temporal tiene una duración inicial de dos años –prorrogable a tres- tiempo durante el cual se desarrollarán ingenierías y tramitarán permisos. Mientras que la segunda etapa contempla el cierre definitivo, que considera, entre otras acciones, el desmantelamiento de las instalaciones de la fundidora.

El presidente ejecutivo de Codelco, André Sougarret, repasó por la historia de la planta, cuyas operaciones iniciaron en 1964, e hizo mención de los cuestionamientos de la que fue objeto en materia medioambiental en los años posteriores, y por lo cual el gobierno de Gabriel Boric se comprometió a cerrar dicha operación durante su campaña presidencial.

“Invertimos cerca de 160 millones de dólares para alcanzar logros significativos, instalamos un sistema de monitoreo para controlar de manera transparente y permanente todas nuestras operaciones. Modernizamos la infraestructura y generamos planes operacionales que nos esperanzaron”, introdujo Sougarret.

“Pero (pese a) todos estos esfuerzos humanos, tecnológicos y económicos, la decisión que tomamos el año pasado de cesar las operaciones de la fundición fue tremendamente compleja, especialmente porque tengo la certeza de que los trabajadores y trabajadoras de la fundición, sus profesionales, sus ejecutivos entregaron lo mejor de sí para que las mejoras medioambientales de los últimos años sirvieran al bien común de proteger el entorno de Puchuncaví y Quintero y la salud de sus habitantes”, expresó el ejecutivo.

Si bien la medida conllevó protestas y cuestionamientos entre los funcionarios que se desempeñaban en este lugar, fin de la fundición podría significar una disminución del 54% de las emisiones anuales de dióxido de azufre, un componente dañino para la salud de las personas. De hecho, la semana pasada al menos cien estudiantes de la localidad costera de Quintero, fueron atendidos por intoxicaciones relacionadas a la contaminación ambiental, por lo que las las clases fueron suspendidas.

“Con el cese definitivo de las operaciones, se espera que disminuya considerablemente las emisiones de Dióxido de Azufre (SO2) y de Material Particulado 2,5″, indicaron desde el Gobierno, donde la semana pasada se desplegaron en esta zona del país producto de un aumento en las consultas médicas por intoxicaciones.

Con respecto al futuro los trabajadores, el Diario Financiero informó que la empresa estatal diseñó un plan de transición laboral a la que se acogieron 350 funcionarias y funcionarios. De ese total, 203 personas optaron por retirarse con un plan de egreso especial; 61 serán reubicadas para realizar funciones similares en otros centros de trabajo, tales como Chuquicamata (Región de Antofagasta), Potrerillos (Región de Atacama) o Caletones (Región de O’Higgins).

Por otra parte, 86 personas prefirieron la reconversión, por lo que serán capacitados para desempeñar otra función, permaneciendo en Ventanas, pero en la refinería de cobre, que seguirá funcionando.

Desde Greenpeace, por cierto, celebraron el inicio del proceso de cierre. “Es una buena y anhelada noticia. Se trata de una de las principales fuentes de contaminación de nuestra historia, un monumento a la vulneración de derechos por tantas décadas y que hizo tristemente famosa a esta como una zona de sacrificio”, dijo su director, Matías Asun.

“Su cierre, sin embargo, es sólo un paso. Durante los últimos días hemos visto a cientos de personas necesitar asistencia médica por problemas de salud y respiratorios nuevamente, que dan cuenta del impacto que tanto las centrales termoeléctricas a carbón como las demás fuentes de contaminación de la zona siguen teniendo”, aseguró.