Sonarse los de dedos es un hábito muy frecuente pero no por eso es bueno. Enterate cuáles son las consecuencias de esta práctica tan polémica
Sonarse los dedos es un hábito muy frecuente en muchas personas que utilizan este método a forma de descarga de tensiones. Sin embargo, ya sea un tic incorporado o algo que tenés ganas de cambiar, es importante que sepas cuáles son los efectos negativos y por qué los especialistas recomiendan dejar de hacerlo.
Aunque no está demostrado científicamente que sonarse los dedos predisponga a las personas a sufrir artritis, lo cierto es que esta práctica genera un descuido en las articulaciones que puede traer otras complicaciones como dolores crónicos y falta de lubricación en lugares clave que aportan movilidad.
Por qué no hay que sonarse los dedos
Primero es importante remarcar que las articulaciones están unidas por una cápsula llena de líquido sinovial y gases, que se encargan de lubricar de forma correcta evitando que se produzcan roces y desgastes en los huesos.
Sin embargo, al sonarse los dedos de forma voluntaria, este espacio entre las piezas de hueso aumenta y la cápsula de líquido se dilata. ¿La consecuencia? Simple, al dilatarse disminuye la presión y las bolsitas de gas explotan dentro de la cápsula, produciendo el sonido tan clásico del crujido.
Si lo hacés de vez en cuando, los científicos aseguran que no pasa nada pero si repetís esto de forma frecuente puede provocar efectos a medio y largo plazo como lesiones en las estructuras de los ligamentos o los tendones, desgaste articular u otro tipo de patologías que si bien no son artritis, es importante acudir a un especialista a tiempo.
Muchas veces, los nervios pueden jugar una mala pasada y por eso es fundamental solicitar ayuda, asistencia en caso de necesitarlo y charlar los problemas que puedan ocurrir con un profesional que sepa cómo guiarte.