Este rock argentino que luce bastante inmóvil y peligrosamente conservador, enamorado de sí mismo y de su «historia», mantiene sin embargo -a su pesar, tal vez- anomalías del tipo Las Pelotas. Que a su vez deriva de la primera, original y extraordinaria anomalía: Sumo. A más de 30 años de todo aquello, el grupo que se muestra como tal en la foto de tapa -juntos, unidos- está pleno. Tan oscuro como siempre, pero mucho más gentil en sus formas sonoras.

No hay reggae en este, décimosexto disco de una larga historia desarrollada a grandes rasgos en dos capítulos. El primero, con el efecto post Sumo a flor de piel, el hipnótico Alejandro Sokol al frente e inspiradas canciones como «Bombachitas rosas», «Capitán América», «Si supieras» y otras tantas, de las que nunca deben faltar en sus shows. El segundo, que se inició con Despierta, en 2009, cuando Germán Daffunchio asumió la voz principal, se percibe inevitablemente atravesado por la pérdida dolorosa y un agrio sabor generalizado.

Es así es el primer disco con canciones originales en un período de cuatro años, y el título suena elocuente: parte de una afirmación que parece completarse con una frase del tipo «no le busques más vueltas». Es así. La paleta sonora que define una cuidadosa grabación instrumental -a la que el protagonismo de Sebastián Schachtel le sienta bien- confirma un rasgo distintivo que fue apareciendo de a poco, en la estela de pequeños hits como «Será», «Personalmente» y «Cuándo podrás amar».

El primer segmento confirma ese rumbo y exhibe una particular destreza para plasmar un tipo especial de canción midtempo, entre romántico-trágica, a veces resignada, casi siempre existencialista, donde emergen las impresiones del fascinante personaje y músico que es Daffunchio. El tema que da nombre al álbum, «Será el sol», «Mira», «Ya lo sabes» y «Díselo», resultan un quinteto de depuradas melodías que, sin embargo, no pierden su filo. Recién allí, con «Al final que somos» y «Dando vueltas», se elevan el tono y el volumen de las guitarras. En el final, «Siéntate y espera» aporta sus postales del mundo nuevo (pantallas, redes sociales, un planeta en peligro) y «Ve atrás» plantea que «no es el tiempo de perder la esperanza aunque te cueste buscar».

Es así es un disco de rock adulto, reflexivo, brutalmente honesto, refinado en su sonoridad y repleto de obsesiones, nostalgias, estados de ánimo y una mirada del estado de las cosas en un planeta con fecha de vencimiento. Suena ambicioso, ¿pero acaso no queremos eso? Mejor que un posteo, un hilo y un «live», diez canciones de una banda de rock.