Viajaron a Haití para ayudar a las víctimas de un feroz terremoto, pero a metros de llegar a una isla en México dieron la última señal. La investigación no tiene pistas.

El 28 de septiembre del año pasado fue la última comunicación que tuvo el yate M.O.I Guadalupe, cuando estaba por llegar a la isla Cozumel, en México, luego de pasar por el puerto de Jamaica para recargar combustible.

A partir de ahí no se supo más nada de la embarcación que trasladaba a dos argentinos: Carlos Juárez, el dueño de la empresa del yate, y Renzo Spasiano, un joven que regresaba de ayudar a las víctimas del terremoto que causó más de 2200 muertos en Haití.

A 110 días, el padre de Renzo señaló: “Estamos igual que al principio, no hay absolutamente nada. Parece cómico, pero pareciera que lo abdujo una nave extraterreste”.

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El barco, al mando del capitán cubano Denis Manuel Fernández Díaz, contaba con un teléfono satelital por el cual se comunicaban habitualmente. Sin embargo, la tripulación -que la completaba el marinero mexicano Martín Alejandro Vega Argaez- no respondió a los llamados que le realizaron durante horas.

Las marinas mexicana y estadounidense desplegaron un operativo de búsqueda y los familiares de las víctimas también organizaron operativos particulares para encontrar pistas, pero los resultados fueron nulos. Las hipótesis son infinitas y las pistas son nulas.

Un ataque pirata, un secuestro, un hundimiento, que estén varados a la deriva, son algunas de las posibilidades que pasan por la cabeza de los familiares de los desaparecidos. Esta última es la que tomó más fuerza en el último tiempo, dado que si se hubiera ido al fondo del océano, debería haber algún elemento que diera el indicio.

Desde entonces, todas las marinas del caribe, puertos y embarcaciones de pesca de países como Cuba, Jamaica, Bélice, Honduras y Estados Unidos están en alerta ante cualquier pista que pueda surgir. Sin embargo, ninguna reactivará los operativos hasta que no aparezca ningún indicio.

Un cumpleaños lleno de dolor

Luis Spasiano, papá de Renzo, vivió un domingo atravesado por la tristeza. Su hijo cumplió 21 años el domingo, pero no estuvo con él. Y no sólo que no estuvo con él, sino que no lo encuentran por ningún lado y, luego de más de 100 días, no hay ninguna pista que los lleve a él.

En una entrevista con Clarín, Luis expresó toda su incredulidad por la desaparición de su hijo: “Estamos igual que al principio, no hay absolutamente nada. Parece cómico, pero pareciera que lo abdujo una nave extraterreste”.

“El dolor es tan grande que no sé cómo describirlo. Muchas veces me pasa que no sé qué llorar. Te desesperas. Porque si bien no hay pistas de la embarcación, pensando positivo es algo que refuerza la esperanza de que esté en algún lado vivo”, es otro de los análisis que hace Spasiano.

La desesperanza del padre que no tiene a su hijo pasa por un solo motivo: no habrá más investigaciones de la marina mexicana si no aparece ninguna pista. Por eso, la familia busca fondos en la página “Go fund me” para pagar una empresa especializada en búsquedas y rescates que los pueda ayudar.

“Una familia conocida que es canadiense tiene un velero. Con ellos estamos recaudando fondos porque hay empresas que se dedican a hacer investigaciones de casos así, pero son muy caras. Estamos haciendo lo imposible para juntar el dinero y así poder contratarlas”, señala Luis.

Él aseguró que harán lo imposible hasta volver a tener noticias de él, a quien describe como una persona que “nunca midió límites cuando se trataba de ayudar”.

El domingo, el día del cumpleaños de su hijo, Luis tuvo un solo pensamiento: “Mi mayor deseo es que vuelva con nosotros”.