La investigadora del CONICET Dolores Elkin quiere regresar al sitio donde se hundió la fragata “Purísima Concepción” en el siglo XVIII, frente a la costa de Tierra del Fuego. En 2017 ya realizó importantes hallazgos, pero ahora quiere profundizar en la historia de convivencia en armonía entre los náufragos –todos sobrevivieron– y la población indígena del lugar.
Diez años atrás, la investigadora del CONICET y primera arqueóloga subacuática del país Dolores Elkin se propuso una misión tan ambiciosa como compleja: encontrar los restos de la fragata española “Purísima Concepción”, que se había hundido frente a la costa de Tierra del Fuego en 1765. Le interesaba especialmente porque a diferencia de la mayoría de los naufragios, que terminan mal, esta historia constituye un raro ejemplo de la convivencia en armonía entre los españoles sobrevivientes y los indígenas del lugar. Con paciencia y un equipo interdisciplinario de lujo, Elkin logró gran parte de su cometido y halló los primeros restos relacionados al navío español, pero ahora necesita fondos para darle continuidad a esta búsqueda cuyos logros llegaron a los medios de comunicación de distintas partes del mundo.
“Me gustaría volver a lo que llamamos ‘pozos de sondeo’, pequeñas excavaciones de un metro cuadrado realizadas en distintos lugares donde aparecieron algunos artefactos, y avanzar con la parte subacuática de la expedición, en la zona dónde estaría el barco. Queremos ver si encontramos otros restos y conocer más sobre estos eventos y estas culturas”, señaló Elkin a la Agencia CyTA-Leloir. Y añadió: “Volver depende mucho de conseguir financiación. Además, quisiera sumar a investigadores españoles porque otro aspecto interesante de este proyecto es la cooperación internacional, algo que la UNESCO estimula sobre todo en el caso de los naufragios, donde es muy habitual que un barco de una bandera se hunda en aguas de otro país. La idea es que ambos países trabajen de manera conjunta para lograr una mejor puesta en valor de ese patrimonio”, resaltó la científica, que también es asesora de ese organismo internacional.
En el verano de 1765 la fragata “Purísima Concepción” se hundió frente a la costa de Tierra del Fuego. Este navío mercante venía de Cádiz en ruta hacia El Callao, Lima (Perú), cuando encontró su fin al encallar en las rocas del lugar. No obstante, la historia tuvo un inusual final feliz porque todos los náufragos lograron sobrevivir y convivieron durante tres meses con los indígenas del lugar, hasta que pudieron construir un nuevo barco y llegar a salvo a Buenos Aires.
Pasaron casi dos siglos y medio para que Elkin tomara conocimiento sobre ese suceso. “Leí el diario del naufragio y la historia me cautivó; no me quedó duda de que valía la pena intentar encontrar evidencia arqueológica de ese evento”, recordó la arqueóloga. Así fue que organizó una expedición para explorar el lugar y en 2017, entre otros importantes hallazgos, encontró una bala de cañón de hierro similares a las que, según los registros, transportaba el navío.
“La historia de este barco es extraordinaria. Sus casi 200 tripulantes sobrevivieron. Convivieron en armonía con los habitantes de la región por tres meses. Estamos tan acostumbrados a la narrativa del choque de culturas entre los conquistadores y los indígenas que me parecía que valía la pena darle difusión a esta convivencia pacífica y encontrar el correlato material. La historia del naufragio se conocía a partir de documentos escritos, pero faltaba encontrar los restos del barco y del campamento de los náufragos”, remarcó la arqueóloga, quien dirige el Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), en Buenos Aires.
La travesía hasta Caleta Falsa, en el sureste de la isla Grande de Tierra del Fuego, donde se cree que se asentaron los náufragos, no fue fácil. Ubicada a 125 kilómetros de Ushuaia, es necesario llegar primero a la Estancia María Luisa, donde terminan los caminos, y desde allí continuar unos tres días a caballo. Pero valió la pena porque en esa primera campaña pudieron hallar evidencia del contacto intercultural.
“Entre los artefactos encontrados hay puntas de proyectil y cuentas de collar de vidrio europeo, talladas con técnicas indígenas. No hubo en esa zona durante esa época otra fuente de vidrio que no hubiera provenido de Europa y sólo pudo llegar allí por barco. Si bien no necesariamente tenía que ser el “Purísima Concepción”, estos hallazgos refuerzan nuestra hipótesis y materializa el relato: hay cosas tangibles que se asocian a este evento icónico para la historia de la época”, recalcó la investigadora.
Sin embargo, fue a menos de 10 metros de profundidad, ayudados por la tecnología, que Elkin y sus colegas encontraron la primera gran sorpresa. A partir de señales intensas captadas por un aparato que detecta señales magnéticas, y que corresponderían a los cañones de hierro que llevaba a bordo la nave, los investigadores lograron localizar lo que creen que sería el casco hundido. “No pudimos corroborarlo por medio de buceo porque la visibilidad era muy pobre y además es una zona peligrosa; no se justificaba correr riesgos. Esperamos poder volver con más infraestructura como para trabajar en esas condiciones y en ese lugar”, explicó la experta.
Entre los objetos de mayor valor científico, el equipo halló balas de cañón en la zona que se presume adyacente al naufragio, y un asa de algún artefacto de loza, posiblemente una taza de origen inglés, que por sus características puede haber formado parte del cargamento del barco.
Hasta ahora todo lo hallado es compatible con la presencia del “Purísima Concepción” en la zona y con la historia de los náufragos que confirman los documentos.
Entre los siglos XVII y XX, se estima que en el Río de la Plata hubo alrededor de 1000 naufragios y unos 700 en la costa atlántica. De ellos, sólo 35 están estudiados. A esto hay que sumar los restos prehispánicos sumergidos en el mar, de unos 12.000 años de historia. “Existe un enorme campo de estudio para las generaciones futuras. Me gustaría dejar esta puerta abierta. Hay muchos temas por trabajar y queremos ayudar a que los jóvenes se entusiasmen y hagan sus primeros pasos”, reflexionó Elkin, quien desde hace más de 20 años se sumerge en las aguas de la Patagonia buscando rastros del pasado.
Argentina cuenta con la ley nacional 25.743 de patrimonio arqueológico y es estado parte de la convención de la UNESCO de protección del patrimonio subacuático. Sin embargo, en esta última aún no se designó la autoridad de aplicación y no resulta claro quién tiene la responsabilidad de ejercer el control ni a quién debería recurrirse en caso de hallar algún objeto.
“Es necesario transcender la letra de la ley, ponerla en práctica. Su implementación tiene falencias. También hace falta una mejor coordinación y diálogo, y políticas de largo plazo para gestionar mejor los recursos, además de difusión”, expresó la arqueóloga. “La gente cree que en un barco hundido cualquiera se puede llevar los objetos, pero para la ley en Argentina todos los restos de más de 100 años son parte del patrimonio público”, añadió la exploradora. Sin ir más lejos, aquellos que fueron rescatados en Tierra del Fuego se exhiben en el Museo del Fin del Mundo, en Ushuaia.
Para Elkin el trabajo del arqueólogo es rescatar la historia. “Todos los objetos cuentan una. Estos fragmentos del pasado yacen en las frías aguas patagónicas, esperando que finalmente sus historias puedan ser contadas”, sentenció.
Fuente: Agencia CyTA-Leloir