El avance de flotas pesqueras extranjeras en el mar argentino genera cada vez mayor preocupación, según resalta una nota publicada por Infobae.

El espectáculo es impresionante. Por la luminosidad, parece el sobrevuelo de una ciudad de mediano porte. Pero no. Son los aproximadamente 300 buques extranjeros -chinos, coreanos, taiwaneses, españoles, portugueses- pescando en la llamada “Milla 201”, en el borde exterior del Mar Argentino, la Zona Económica Exclusiva (ZEE) reservada para la pesca de los buques con bandera argentina.

Así lo explica el capitán de Corbeta Ricardo Schroeder, en el video adjunto, en este caso desde un Super King Air 200, de Beechcraft, a fines de enero, en una operación de control de la Armada que pudo registrar Infobae. Es una nave modificada en los 90s, por un trabajo conjunto entre la Armada y la entonces secretaría (hoy Ministerio) de Agricultura y Ganadería, de la que depende la Subsecretaría de Pesca.

Hoy en día cada uno de esos barcos está capturando entre 10 y 20 toneladas de calamar por día, dice Juan Redini, presidente de la Cámara de Armadores Poteros Argentinos (CAPA), la parte de la industria pesquera argentina dedicada al calamar. En diez días, estima Redini, esa ciudad marina de buques extranjeros pesca unas 30.000 toneladas, en un mes 90.000, en dos meses 180.000, con lo que ya supera lo que en todo el año pasado pescaron los poteros argentinos, 170.000 toneladas.

La flota extranjera, mayormente china, llegó al Atlántico Sur a mediados de diciembre, después de incursionar primero frente a las costas de Ecuador, Perú y Chile y cruzar por el Estrecho de Magallanes para llegar a la Argentina justo al inicio de la zafra del Calamar Illex, que sigue hasta julio/agosto.

Eduardo Pucci, director ejecutivo de la Organización para la Protección de los Recursos del Atlántico Sur (Opras) dice que si bien con la Ley 27.564, sancionada en octubre de 2020, aumentaron fuertemente las penalidades para los buques extranjeros detectados pescando dentro de las 200 millas (de un máximo de $10 millones, que había quedado desactualizado por la inflación y la devaluación del peso, se pasó a un régimen variable según el costo del combustible, desde un mínimo de 500.000 litros de gasoil hasta un máximo de 3 millones de litros) y se mejoró el control del espacio marítimo, la “Milla 201” sigue siendo agua de nadie.

“Era algo de esperar. Los esfuerzos que hace la Argentina, con alto costo económico y operativo, no impiden que el escenario se repita fuera de la ZEE y con los mismos protagonistas. Desde el punto de vista de cooperación con los buques extranjeros no se avanzó. No hay nada nuevo”, dijo Pucci a Infobae.

“La Argentina está comprometida con su política de resolver la controversia de soberanía de Malvinas y las posibilidades de cooperación están limitadas por eso. Vamos a tener efectos sobre el recurso y sobre la posibilidad de captura de la flota argentina, sobre los precios y sobre el mercado. Las consecuencias son graves y no hay señales de que la situación pueda cambiar a breve plazo”, dijo Pucci, quien estimó en unos USD 3.000 millones el valor “en bodega, en Alta Mar” de las capturas de los buques extranjeros (para todas las especies), con un valor de mercado superior y claramente dañino para la industria pesquera argentina, que en el caso del calamar está casi enteramente enfocada a la exportación, principalmente a Europa y China.

El fenómeno afecta no solo al calamar, sino a todo el ecosistema, explica Pucci, porque además la flota extranjera viene con una parafernalia logística de buques de combustibles, víveres y factoría para hacer trasbordos en Alta Mar, de modo de minimizar la necesidad de un centro logístico, como es el puerto de Montevideo.

La depredación pesquera en el Atlántico Sur es un tema que ya ha sido reconocido por Brasil y Uruguay, porque afecta a toda la región, aunque Uruguay mantiene una posición ecléctica, explica Pucci: apoya a la Argentina por Malvinas, pero sigue dando apoyo logístico a buques que asolan el Mar Argentino. El nuevo gobierno uruguayo (de Luis Lacalle Pou) “parece tener otro criterio”, dice Pucci. Al fin y al cabo, explica, Argentina y Uruguay ven afectada una zona común de pesca, aunque la industria pesquera uruguaya sea de mucho menor peso que en la Argentina.

“Desde Uruguay mismo están pidiendo que se revea la política y se respete el Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto (Amerp), auspiciado por la FAO, una agencia de Naciones Unidas, para limitar la Pesca Ilegal, no Reglamentada y no Declarada (Irrnd). La Argentina no firmó el Amerp, para que no se interprete como un reconocimiento implícito de soberanía británica sobre las Islas Malvinas, pero respeta sus normas, en tanto Uruguay lo firmó, pero lo ha respetado poco, aunque últimamente la Dinara (Dirección Nacional de Recursos Acuáticos del Uruguay) lo está implementando, dice Pucci.

Otro factor que afecta la pesca en el Atlántico Sur son las licencias otorgadas desde Malvinas. El pasado 12 de febrero, por caso, “Penguin News” informó que el gobierno de las Islas ya había autorizado 36 de las 105 embarcaciones que pidieron permiso para la pesca del Calamar, para hacerlo desde el 15 de febrero hasta el 15 de junio. En la misma nota se precisa que la captura total de los pesqueros con “licencia Falklands” capturan unas 200.000 toneladas, de las cuales un 75% (unas 150.000 toneladas) son de calamar illex.Datos que se suman a ese enorme ciudad flotante de la Milla 201. “No solo abusan en número; vienen con logística de buques mercantes, de combustible, víveres, todo muy desarrollado y con apoyo del Estado de pabellón”, dice Pucci.